A lo largo de la historia, las sociedades han dividido a las personas según su sexo, asignándoles roles e identidades culturales (de género) distintas y desiguales en derechos y oportunidades. En esta sociedad patriarcal la mujer ha sufrido una grave discriminación estructural que perdura hasta la actualidad. Esta organización desigual se encuentra reflejada también en las diferentes religiones, con diferentes manifestaciones, no pudiendo decir que es exclusiva a una única religión. Por eso decimos que la religión del agresor no puede justificar, en sí misma, sus comportamientos violentos.
Es la cultura machista, que ha otorgado al hombre una posición de privilegio, la base explicativa de esta desigualdad y de las violencias contra las mujeres.
Te recomendamos el artículo de Alda Facio donde se abordan estos temas en mayor profundidad:
http://centreantigona.uab.es/docs/articulos/Feminismo,%20g%C3%A9nero%20y%20patriarcado.%20Alda%20Facio.pdf