Las hijas y hijos de las mujeres que viven situaciones de violencia de género también son consideradas víctimas de esta. No solo cuando la reciben directamente  (de manera física, psicológica o/y sexual), cosa que sucede en múltiples ocasiones, sino también por el hecho de vivir en un ambiente peligroso, hostil y de abuso de poder, que la legitima y la justifica.  Esto hace que las criaturas se encuentren en una situación de violencia psicológica significativa que tiene importantes consecuencias en su desarrollo.  

En muchos de los casos de violencia machista que llegan a los juzgados, no se protege a las criaturas de manera integral, se utiliza el recurso del SAP (Síndrome de Alienación Parental) para justificar un rechazo de la niña o niño hacia el padre, otorgando la custodia del menor al progenitor rechazado e interrumpiendo totalmente la comunicación con la madre, exponiendo a las y los menores directamente a los agresores, además de culpabilizar a las madres y vulnerar sus derechos. 

El llamado “síndrome de alienación parental” (SAP) es un término que Richard Allan Gardner (médico estadounidense) acuña en 1985. Con este “síndrome” se describe un conjunto de comportamientos que los/las niñas/os muestran supuestamente después de haber sido manipulados psicológicamente para posicionarse en contra del padre o madre, utilizado en temas de custodia.  Este supuesto síndrome – que no está validado científicamente y no es reconocido por ninguna asociación profesional como recurso valido de intervención – , lo usa el sistema judicial patriarcal actual como un medio de violencia más hacia las mujeres y las criaturas, dejándolas expuestas y desprotegidas. Incluso la Asociación de Neuropsiquiatría emitió un comunicado en 2010 contra el uso clínico y legal del llamado “síndrome de alienación parental”. Además,  la aplicación del SAP en un tribunal no tiene las mismas consecuencias para los padres que para las madres según  un estudio del colectivo Abogadas por la Igualdad (2010).

El estudio determina que, en los casos en los que la supuesta alienación al o a la menor procedía de la madre, el juez acordó la retirada de la custodia. Por el contrario, cuando esta violencia la ejercía el padre, en ningún caso les quitaron el derecho de no ver a sus hijos/as para evitar posibles traumas a las criaturas.  

Además, la medida 129 del Pacto de Estado  contra la Violencia de Género de 2019 insta al Consejo general del poder judicial a “realizar aquellas actuaciones que sean necesarias para evitar que el denominado Síndrome de Alienación Parental pueda ser tomando en consideración por los órganos judiciales, fomentando el conocimiento entre los operadores jurídicos del significado de dicha expresión” porque “carece de base científica y está excluida de los catálogos de enfermedades científicamente reconocidas por lo que será inadmisible como acusación de una parte contra la otra en los procesos de violencia de  género, separación, divorcio o atribución de custodias a menores”. 

Todos estos casos lo que hacen es que las mujeres tengan miedo de denunciar situaciones de violencia y queden desprotegidas, ellas y sus hijos/as. 

En los últimos tiempos hemos vivido casos en que la aplicación de ese inexistente recurso del SAP ha influenciado directamente a las madres y los menores, como el caso de Juana Rivas y actualmente el caso de #MariaNoSeVa. En ambos casos la #JusticiaPatriarcal ordena a la madre a entregar a su hija/hijo al padre denunciado por abuso sexual o violencia. 

Nosotras nos sumamos al movimiento internacional de rechazo e indignación a sentencias que sigan utilizando el recurso del SAP. El recién caso de #MariaNoSeVa – que todavía no ha tenido solución definitiva – nos mueve a buscar cada vez más espacios de dialogo y apoyo a millares de casos similares en que la justicia española basa su decisión en el SAP (Síndrome de Alienación Parental).

Es imprescindible un abordaje desde la perspectiva de género que impida que el sistema patriarcal siga culpabilizando y desprotegiendo a las mujeres y sus hijos/as y siga protegiendo y invisibilizando la violencia ejercida por los agresores, dejando a las criaturas expuestas a abusos sexuales, físicos y psicológicos y a las madres sin su custodia.