@pnitas

Nos acercamos al final del mes de marzo y todavía parecen quedar dudas sobre las reivindicaciones de las mujeres por espacios seguros no mixtos, especialmente, en el contexto de las manifestaciones del 8 de marzo. Sobre este tema, os dejamos aquí una reflexión que hemos realizado desde el equipo SiempreVivas.

Cuando hablamos de espacios no mixtos en el contexto feminista, estamos hablando de espacios creados y pensado por mujeres y para las mujeres. Estos espacios son necesarios porque permiten la auto organización y empoderamiento en una sociedad en que estamos oprimidas por el sistema patriarcal. Estos espacios seguros nos permiten expresarnos, pensar y compartir. El hecho de tener la oportunidad de compartir con otras mujeres nuestras vivencias individuales, nos permite transmitir conocimientos, así como el autoconocimiento y el fortalecimiento de los discursos que nos son propios. Los espacios no mixtos no se crean con la intención de sustituir los espacios mixtos, sino que se conciben como un elemento complementario y totalmente necesario, ya que puedan construir y plantear estrategias y herramientas para la lucha feminista, hecho que sería imposible de fomentar en espacios mixtos.

También se establecen espacios no mixtos con objetivos que no están dirigidos de forma directa y explicita a la lucha feminista. Cómo pasa en el mundo laboral, y concretamente en profesiones que están altamente masculinizadas. En este contexto, el hecho de que existan grupos solo de mujeres posibilita la creación de espacios donde se pueda visibilizar el trabajo y los logros de estas mujeres. Así mismo, se potencia la participación y el aprendizaje de nuevas habilidades, sin la presencia competitiva de los hombres del mismo entorno laboral.

Un argumento que se usa cuando se critican los espacios no-mixtos es que se está discriminando a los hombres, equiparándolo a la discriminación que sufren las mujeres. Este argumento es simplista, y no lleva en cuenta el hecho que la opresión que sufren las mujeres existe en un sistema en que hay un desequilibrio de poder, y que los hombres forman parte del grupo opresor, mientras que las mujeres del grupo oprimido. Por otro lado, no se puede comparar el simple hecho de no poder participar en un espacio, con todas las violencias que experimentan las mujeres de forma diaria, ya sea el acoso en la calle, violaciones, violencia física o psicológica.

Si hablamos directamente, del papel de los hombres en la lucha feminista diríamos que los hombres cisgenero[1] están habituados a protagonizar los discursos y ocupar todos los espacios. Por esta razón, les cuesta aceptar e igualmente les parece incomodo reconocer su posición de privilegio y todavía más renunciar a ella. Sí se supone que algunos hombres aliados de la lucha feminista participan en proyectos en que se trabajan las masculinidades tóxicas, no los tendría que ser tan difícil aprender a ser más pasivos en ciertas situaciones, y por tanto, no invadir determinados espacios, y respetar los límites establecidos por las compañeras que son el sujeto activo de sus luchas. Esta es la mejor manera de ser aliados.

Por otro lado, también es importante tomar conciencia de nuestra posición y responsabilidades como mujeres cuando se diseñan estos espacios, puesto que tienen que ser interseccionales y deben posibilitar la participación de mujeres que se ven atravesadas por múltiples opresiones. El género puede ser el elemento común en estos espacios, pero no es el único componente, y no tendría que (y no debería) invisibilizar el resto de opresiones que viven otras compañeras. Debe ser un espacio para todas.

Equipo SiempreVivas


[1] Persona que se identifican con el género que se los asignó al nacer