En los últimos tiempos hay un movimiento individual y colectivo de muchas mujeres para visibilizar y denunciar violencias que antes estaban normalizadas, y por eso quizás tu sensación de que “últimamente” te molesta más, porque entre todas, vamos poniendo nombre y consciencia a lo vivido.

La sensación de inseguridad y de desprotección que vivimos las mujeres, se acentúa aún más, ante la culpabilización que se nos atribuye cuando sufrimos una agresión machista, sea psicológica, física o sexual, en el espacio público o en nuestras casas. Entre las muchas expresiones de esa culpabilización están frases como: “¿entonces, porque no has reaccionado?”; “es que caminar sola a esas horas…”; “mira cómo iba vestida.”

Los sentimientos que nos expresas de bloqueo o falta de reacción son un relato muy común entre las mujeres. Por un lado, sigue habiendo una legitimización social de muchas expresiones de violencia, lo que hace que nos catalogan de “exageradas” cuando reaccionamos a las ofensas machistas, por otro, hay el miedo a lo que pasará “si reacciono”, sobre todo si el agresor es alguien con quien mantenemos o manteníamos una relación de intimidad. En este escenario, “¿Me creerán?” es una pregunta que muy a menudo nos hacemos las mujeres, que suele generar un fuerte sentimiento de soledad y autoculpabilización.

En situaciones de violencia más extrema, como son las agresiones sexuales, es normal e, incluso, adaptativo, el bloqueo emocional, el quedarse paralizada, el no actuar… Este fenómeno está documentado por la psicología y diríamos que es una reacción adaptativa de protección ante una situación de amenaza que nos provoca un miedo intenso, como es una violación.

Por eso mismo, pedir oposición, que se reaccione cuando ante una agresión sexual, manifiesta un desconocimiento de estos aspectos de índole psicológica, del impacto en la salud mental que tienen las violencias, contribuyendo así a aumentar la sensación de indefensión y de culpabilidad, culminando en una victimización secundaria. Es decir, genera un daño o un perjuicio adicional a los daños derivados de la misma agresión. Quizás también por eso, en las estadísticas oficiales, las violencias sexuales que ocurren en el espacio público o privado suelen estar poco representadas.

Sabemos que existen otros factores que pueden no dar confianza suficiente a las mujeres para iniciar un proceso de denuncia, entro ellos está también las demoras y la ineficacia de los procesos judiciales, pero lo que queremos remarcar es también el impacto emocional de los mismos, sobre todo, cuando se hace desde una visión culpabilizadora hacia la mujer. En ese sentido, es fundamental también cuestionar y derrumbar los patrones patriarcales de quiénes ejercen el derecho.

 – EQUIPO SIEMPREVIVAS