Antes de empezar, no te asustes. Sabemos que plantearnos el hecho de que estamos viviendo una relación de violencia, cuando aparentemente la creíamos idílica, da miedo. Es de tus primeras relaciones sentimentales y estás feliz e ilusionada, pero eso no significa que debas aceptar actos, palabras o situaciones que te hacen sentir mal, insegura o incómoda.

Aprovechamos para hacer un recordatorio de los tipos de violencia que existen, ya que no solo existe la violencia física, aunque sea de las más habituales o visibles:

Violencia física: es cualquier acción que te provoque un daño físico, como los golpes, patadas, que te coja con fuerza, te empuje, te pellizque, te tire algún objeto…

Violencia psicológica: es aquella que daña tus emociones y/o tu autoestima, que te denigra y te hace sentir que no eres válida ni importante. Desde insultos, humillaciones o amenazas, con celos, el chantaje o hasta forzar que te aísles dejando de ver a tus amigos o familia…

Violencia sexual: es cualquier acción relacionada con la sexualidad que hagas en contra de tu voluntad o sin tu consentimiento y deseo. Te presiona para mantener relaciones sexuales o te toca sin tu consentimiento…

Violencia económica: este tipo de violencia está centrada en el ámbito económico. Coge tu dinero para que tengas que pedírselo y así controlar lo que haces, no quiere darte el dinero para que solo hagas planes con él, no quiere que trabajes…

Violencia digital: prohíbe que cuelgues según qué fotos en las redes, mira quién te ha empezado a seguir y a quién sigues tú o a qué post le das “like”, vigila tu ubicación a través del móvil, coge tu móvil sin tu consentimiento…

Tras esta pequeña introducción pasamos a facilitarte una miniguía para que puedas detectar signos de alarma que te habían pasado desapercibidos y con los que te sientas identificada. Quizá algunos no te parezcan actitudes o actos de violencia machista porque no resultan evidentes a simple vista, ya que suelen ser algo sutil, cotidiano o socialmente muy asumido. Por ello, te pedimos que mientras lees, te escuches a ti misma y a lo que estás sintiendo.

  • Te estás alejando de tus amistades y familia. Has dejado de lado a tus amistades de siempre y priorizas salir con tu pareja y sus amigos. No hablas con tu familia y te aíslas. Te guardas tus problemas de pareja y no los explicas a tu entorno de confianza.

  • Te hace dudar de ti misma. Dudas de situaciones que has vivido con tu pareja que te han dolido porque él lo niega y te cuestiona, miente si es necesario para rebatirte.

  • El lenguaje de tu pareja es hiriente, sin empatía. Te genera inseguridad y culpabilidad.

  • Te humilla, insulta o constantemente habla sobre defectos tuyos de forma irrespetuosa.

  • Aparece y desaparece de tu vida de forma intermitente como castigo hacia ti.

  • Cuando se pone agresivo o discutís, consigue girar la situación y eres tú quien se acaba disculpando o sintiendo culpable.

  • Te controla: con quién sales, cómo te vistes, tu teléfono, tus horarios, etc.

  • Mantienes relaciones sexuales, aunque no te apetezca por miedo a que se enfade o te lo reproche. O has mantenido relaciones por primera vez con él sin sentirte preparada para ello. Te chantajea para que hagas lo que él quiere, diciendo que si no lo haces “lo buscará fuera con otra persona”.

  • Evitas algunos comentarios en público por lo que pueda decirte en privado.

  • Le quita importancia a tus logros y éxitos.

  • Sientes que necesitas su aprobación para hacer planes con otras personas, salir a la calle. Provoca que sientas que no eres valiosa y te infravalores.

  • Toma decisiones sin tener en cuenta tu opinión.

Si te has sentido identificada con alguno de estos puntos, este es el primer “amiga, date cuenta” que seguramente leerás. Estar contigo misma también es estar bien, y poco a poco aprenderás a soltar aquello que te hace daño. Es completamente comprensible que experimentes sensaciones y sentimientos negativos o contradictorios, que te sientas sobrepasada o confundida con la situación, pero recuerda que nada de lo que ha pasado es tu culpa, tú no eres la responsable.

El próximo paso que podrías seguir cuando te sientas preparada, sería que hablaras con alguien de confianza: un amigo o amiga, alguien de tu familia… cualquiera con la que te sientas cómoda y segura, que no te vaya a juzgar.

Si quieres preguntar algo en concreto sobre lo que hemos expuesto o comentar alguna situación que te haya ocurrido a ti a alguna amiga tuya, no dudes en escribirnos: info@siemprevivas.org