En los últimos años han aumentado los grupos virtuales de hombres donde se comparten imágenes de mujeres sin su consentimiento. Esto se está convirtiendo en una de las formas más impunes y sistemáticas de violencia machista actual. No se trata de casos aislados, ni de “cuatro hombres”. Hablamos de violencia al realizar y compartir las imágenes con la tranquilidad que ofrece el anonimato y la complicidad de miles de otros hombres.

Actualmente han salido a la luz varios grupos numerosos. Casos como el de Italia con el grupo de Facebook “Mia Moglie” que llegó a tener 32.000 usuarios publicando fotos íntimas de sus parejas. Nuestro asombro es mayor al ver la inacción de las plataformas. En este caso, Facebook no hizo nada hasta que una escritora realizó una denuncia pública con el colectivo “no justice no peace” y con 2.800 denuncias, no se cerró hasta 6 años después.

En Portugal, detectaron un canal de Telegram con más de 70.000 hombres compartiendo imágenes con categorías y exigiendo pagos para acceder a subgrupos más explícitos. En China, los grupos “Mask Park” realizaban grabaciones con cámaras espía.

También en Corea del Sur, “Nth Room” forzaban a mujeres y menores de edad a grabar contenido sexual bajo amenazas, con más de 60.000 hombres consumiendo este material. En Francia, un grupo de 560.000 hombres, llamado “Femmes Indignes 6.0”, publicaban regularmente fotos íntimas y comentarios despectivos sobre mujeres.

El incremento de estos grandes grupos en redes sociales y en canales como Telegram o Facebook donde se comparten imágenes obtenidas sin consentimiento o generadas por inteligencia artificial (IA) es la misoginia estructural adoptando nuevas y actuales formas.

Las leyes son insuficientes, están desactualizadas y son muy diferentes según el país. Muchas legislan sobre redes sociales, pero no sobre canales como Telegram, uno de los más utilizados con pocos controles.

En España existen leyes en el Código Penal sobre la obtención y difusión no consentida de imágenes íntimas. Sin embargo, queda mucho recorrido por hacer en relación con la violencia sexual digital:

  • No hay legislación específica para los deepfakes, bots sexuales, IA, chantajes en redes, entre otros. En la ley del “solo sí es sí” se contempla la violencia sexual digital pero no hay procedimientos diferenciados, dejando a las víctimas desprotegidas y en procesos lentos. Es necesaria una ley específica para la violencia digital con enfoque feminista.
  • Formación obligatoria a todos los agentes implicados, ya que muchas veces nos encontramos que en comisaría nos indican que no pueden hacer nada. Poder crear una unidad específica y especializada para estos delitos, como lo hay en otros.
  • Falta de protocolos especializados, no hay protocolos rápidos para actuar en casos de difusión no consentida, acoso digital o suplantación, tampoco para identificar rápidamente a los agresores.
  • Dependencia de las plataformas: es necesario un sistema de cooperación internacional que funcione de manera adecuada y rápida para estos casos, ya que muchas plataformas tienen su sede en otros países y esto dificulta la acción contra estas violencias.
  • Recursos públicos especializados para las víctimas con un acompañamiento de manera psicológica y jurídica especializados en este tipo de violencia.
  • Educación digital con enfoque feminista, es necesario implementar educación sexo – afectiva, alfabetización digital y campañas públicas en todos los ámbitos.

Este tipo de violencia ocurre en todos los países. Si no lo vemos, es porque callamos por miedo, por vergüenza y especialmente porque la justicia no responde. ¿Hasta cuándo vamos a seguir desprotegidas? ¿Hasta cuando los estados van ser cómplices o encubridores de los agresores?