La más reciente decisión de un juez de Oviedo (Asturias, 24 de abril, 2019) en ordenar el traslado e ingreso hospitalario de una mujer embarazada que ya superaba las 42 semanas de gestación y que quería dar a luz en su domicilio ha abierto el debate en torno a la violencia obstétrica.

Siendo un término muy utilizado en algunos países de Latinoamérica, aquí empieza a ser de uso cada vez más recurrente para definir aquellas situaciones en las cuales las mujeres y sus decisiones durante el embarazo, el parto y el puerperio, no son respectadas por las/los profesionales del sistema sanitario, pudiendo ser también definida como una forma de violencia institucional experimentada en el ámbito de la salud. Algunas de estas prácticas invasivas y abusivas incluyen tactos vaginales frecuentes, la ruptura de membranas, el uso de oxitocina para inducir el parto, el uso abusivo de maniobras como es la de Kristeller, los partos instrumentados o las cesáreas innecesarias, entre otras.

Se concibe como una forma de violencia patriarcal muy arraigada y naturalizada,  en la cual podemos ver reflejados los mecanismos de control y de bio-poder ejercidos por el sistema sanitario, que ningunean a la mujer, a su autonomía y sus decisiones, por lo que atenta en contra los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Estos son algunos de los argumentos defendidos por los colectivos y asociaciones que trabajan para visibilizar y traer a la agenda feminista una reflexión y un posicionamiento sobre estas cuestiones, buscando también empoderar a las mujeres de sus derechos y cuestionar la normalización de dichas conductas invasivas, como son a nivel estatal, El Parto es Nuestro, y en Catalunya Dona Llum. La misma ONU ha elaborado un conjunto de recomendaciones para erradicar lo que nombran como “la falta de respeto y el maltrato durante la atención del parto en centros de salud”, destacando la discriminación y vulneración de derechos que viven las mujeres en este ámbito.

La violencia obstétrica, así como la falta de garantía de los derechos reproductivos de las mujeres, es una realidad impregnada en nuestras vidas desde hace muchos años, con una cultura permisiva de sumisión o de sometimiento ante una visión machista de la medicina. Es por esta razón que, ante a la falta de amparo jurídico con perspectiva de género sobre la temática en España, tenemos que sumar fuerzas para alzar las voces de las mujeres que pasan por situaciones donde su voluntad es ignorada, porque juntas podemos hacer visible una realidad que parece quedar entre las paredes del hospital.

Nuestros cuerpos, nuestras reglas.

EQUIPO SIEMPREVIVAS