El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer se celebra anualmente el 25 de noviembre para denunciar la violencia que se ejerce sobre las mujeres en todo el mundo y reclamar políticas asertivas para su erradicación. Este día también representa un homenaje a la memoria de las hermanas Mirabal, asesinadas por la dictadura de Trujillo en 1960 en República Dominicana. Aunque hayan pasado 65 años de los atentados de las hermanas Maribal, todavía vivimos diariamente intentos de silenciar las voces de las mujeres que siguen retando las normas -producidas e impuestas por hombres cis-heteros blancos- y luchando por la igualdad, el respeto y el derecho de vivir según sus propios deseos.
En la actualidad, estos intentos de silenciamiento y amenazas se han sofisticado y actualizado, estando cada vez más presentes en el ámbito digital. Ejemplos como el de Cristina Fallarás, que por su esfuerzo en visibilizar las violencias machistas en sus redes sociales sigue sufriendo de forma sistemática ciberataques a partir de una campaña organizada de acoso, señalamiento y amenazas; o de la escritora Paula Bonet quien, a raíz de una persecución iniciada en el ámbito digital, y de denunciar el acoso en sus plataformas, tuvo que cambiarse de piso, de espacio de trabajo y llegó a cerrar sus redes sociales para protegerse. Estos son apenas dos ejemplos de las muchas situaciones de violencia machista digital a consecuencia de posicionamientos político-ideológicos, o simplemente por el hecho de ser mujer, que suceden a menudo en todo el mundo.
Las redes sociales, por mucho tiempo un espacio sin leyes reguladoras, se convirtieron en un lugar más donde las mujeres viven situaciones de violencias. Según las encuestas de victimización realizadas por la Generalitat de Cataluña en 2024, el 28% de las mujeres catalanas han experimentado violencia digital por parte de sus parejas o exparejas, y el 90% de los casos de violencia en el ámbito sexoafectivo incluyen algún tipo de agresión virtual. La violencia machista digital existe en una línea de continuidad entre el espacio físico y virtual, actuando en las dos direcciones muchas veces al mismo tiempo, escalando no solo el alcance de la violencia, sino también el impacto vivido.
La facilidad de diseminar informaciones falsas o íntimas de una persona, la dificultad de encontrar el responsable y de retirar el contenido de las redes hace que los ciberataques sean los principales retos que enfrentamos en estos momentos. Factores como la fragilidad de la privacidad en las redes, la falta de responsabilidad de las bigtechs, los perfiles falsos y deepfakes, y la falta de control de permanencia de la información publicada, hacen que la arquitectura del ámbito digital contribuya para el impacto de las violencias machistas en este ámbito. Además, aunque la responsabilización de las mujeres sobre las violencias vividas sea un factor presente en todos los tipos de violencias machistas, se observa que en el ámbito digital esta creencia aumenta. La idea que si una mujer envió una foto íntima a otra persona ella aceptó el riesgo y ahora tiene que asumir las consecuencias está muy presente en el imaginario colectivo, haciendo que la mujer tenga aún menos suporte social y, muchas veces, más miedo y vergüenza a buscar ayuda.
Sin embargo, es importante informar y difundir que hay un crecimiento de leyes y servicios estatales que buscan proteger a las mujeres supervivientes de violencia machista digital y responsabilizar los agresores que intentan esconderse detrás de la pantalla. El artículo 197.7 del Código Penal tiene como objetivo marcar como delito contra la intimidad de una persona el acto de difundir imágenes o vídeos íntimos de una persona sin su consentimiento. La Directiva (UE) 2024/1385 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 14 de mayo de 2024 incluye oficialmente las diferentes formas de violencia machista digital como delitos de lo que se entiende a nivel europeo de violencia contra las mujeres. Por fin, a nivel español conocida como Ley Solo Si es Si (Ley Orgánica 10/2022, de 6 de septiembre) también pretende dar respuesta a las violencias sexuales cometidas en el ámbito digital, lo que comprende la difusión de actos de violencia sexual a través de medios tecnológicos, la pornografía no consentida y la extorsión sexual.
Además, la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) ha creado un canal prioritario para situaciones excepcionalmente delicadas, como la publicación de imágenes de contenido sexual o de agresión y que pongan en alto riesgo los derechos y libertades de las personas afectadas, especialmente mujeres supervivientes de violencia de género y/o adolescentes y menores. El canal tiene como objetivo evaluar cada situación denunciada por las mujeres y, si ve pertinente, se ordena la retirada del contenido de la plataforma y si hay indicios de delitos se informa a fiscalía y se orienta a la victima de los pasos a seguir. En Cataluña se ha creado también un canal llamado SIE Digital que tiene el objetivo de ofrecer una intervención especializada en violencias machistas digitales con perspectiva de genero e interseccional.
Conocer y entender los riesgos del ámbito digital es importante, pero se hace aún más necesario saber cómo actuar en un caso de violencia machista digital. Hay que recordar siempre que no estamos solas y que no somos las culpables de las violencias vividas independiente del lugar, no importando si es físico o virtual.