Aunque las políticas feministas son debate público, la sociedad sigue manteniendo la violencia estructural y patriarcal muy enraizada
El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha publicado a principios de 2023 los resultados de la encuesta La violencia sexual contra las mujeres, que mide la opinión pública respecto a la violencia sexual contra las mujeres y algunos datos nos han alarmado.
Este estudio ha recogido situaciones de violencia sexual que impactan directamente a las mujeres y su aceptabilidad por parte de la sociedad, además de las opiniones sobre si estos impactos se deberían perseguir o no por la ley. A continuación, presentamos un resumen de los datos y opiniones que más nos han llamado la atención y que han hecho plantearnos como están aterrizando las políticas feministas en la sociedad.
Aunque algunas acciones violentas cada vez están menos aceptadas por la sociedad, se sigue relativizando su impacto en la vida y el cuerpo de la mujer, y por ello, prevalece la idea de no tomar medidas punitivas hacia al agresor. Por ejemplo:
De las circunstancias mencionadas, la que más nos ha llamado la atención ha sido que el 21.2% de los hombres encuestados consideran inaceptable, pero no castigable por ley, obligar a la pareja a mantener relaciones sexuales no deseadas. Es decir, 2 de cada 10 hombres en esta encuesta considera que realizar violencia sexual a tu pareja es inaceptable pero no castigable.
También resulta alarmante que el 24.5% de los hombres encuestados considere que besar a una mujer en contra de su voluntad es inaceptable pero no castigable por la ley. Incluso tocar a una mujer de forma no deseada para un 10.2% de hombres encuestados es considerado inaceptable, pero no punible por ley.
En definitiva, la percepción social es que, si las violencias sexuales que sufrimos las mujeres no son muy graves según su criterio, no se debería castigar por ley. Estos resultados nos hacen reflexionar sobre si los derechos a la dignidad y el respeto a la mujer –y a su cuerpo– están bien integrados en las relaciones básicamente cisheterosexuales, y si los hombres son conscientes del impacto que produce en la vida de una persona cualquier tipo de agresión sexual.
En relación con los lugares donde se producen con mayor frecuencia las violencias sexuales contra las mujeres, en 2023 casi un 41% consideró que era en lugares de ocio nocturno, fiestas y festivales. Pero la realidad es muy distinta, la gran mayoría de las violencias sexuales que sufrimos las mujeres son ejercidas por alguien cercano a nosotras, por ello el lugar donde más violencias sexuales sufrimos es un hogar.
Teniendo en cuenta que un alto porcentaje considera que la mayoría de las agresiones ocurren en espacios de ocio, por la noche, en la calle, etcétera, es decir, que se da por hecho que la violencia ha sido ejercida por un desconocido, no es de extrañar que la sociedad cada vez se tome menos en serio el miedo de la mujer hacia el agresor a la hora de denunciar. Y es que en 2017 casi el 60% de las personas encuestadas consideraba que las mujeres no denuncian por miedo al agresor, y en cambio, en 2023 este porcentaje ha disminuido hasta el 45.1%, cuando realmente es el principal motivo por el que no se denuncia. Si la sociedad aceptara la realidad por muy incómoda que sea, que la mayoría de agresiones suceden en el ámbito privado, en casa, con algún familiar, conocido o persona de confianza –sobre todo con la pareja–, entonces no sería de extrañar que el principal factor de no denunciar es el miedo al agresor, ya que acostumbra a ser una persona con la que la mujer convive diariamente, que la puede volver a agredir antes de que las instituciones puedan actuar al respecto, y que además sabe que la denuncia va a generar cambios en todo su círculo cercano, y puede ser más juzgada y cuestionada, y no tanto comprendida por su entorno –entre otros factores–.
Sobre los motivos por los que algunos hombres agreden sexualmente a las mujeres, un 12.2% sigue considerando que es por problemas mentales –un 2017 lo consideraba un 21.1%–. Aunque la cifra haya bajado, es alarmante que siga siendo la mayor creencia en este campo cuando, por ejemplo, existen estudios sobre la población penitenciaria española que han observado que las personas con algún trastorno mental ejercen más frecuentemente, y con diferencia, los robos y delitos contra la salud pública antes que violencias sexuales. Aunque el motivo principal es la base fundamental de este sistema cisheteropatriarcal basado en la superioridad del hombre, solo el 8.3% de encuestados consideró que se agredía a las mujeres por el sentimiento de superioridad, de poder y derechos que siente el hombre hacia la mujer. En 2017, el 9.5% consideraba que éste era el motivo principal de las agresiones sexuales, lo cual nos demuestra que cada vez la sociedad, sobre todo los hombres cis, relativizan más los motivos por los que se ejerce violencia sexual a las mujeres, y se tiende a externalizar la culpa en razones que no son controlables por la persona que ejerce violencia, como, por ejemplo, los trastornos mentales.
Aun así, no todas las cifras auguran una tendencia en ir hacia atrás. En comparación con los resultados de 2017 vemos una evolución de la visión social sobre las violencias que sufrimos las mujeres. Ese año, el 30.1% de los encuestados consideraba que tocar de forma indeseada a una mujer era inaceptable pero no debía ser castigado por la ley, en cambio, en 2023 la cifra ha sido del 9.4%. Además, la visión social sobre presionar a una persona para que envíe fotos desnudas también ha cambiado: en 2017 el 16.2% de los encuestados consideró que era inaceptable pero no castigable por la ley, y este porcentaje ha bajado hasta el 5.4% en 2023. Consideramos que esta evolución viene generada por las políticas y leyes feministas implementadas y la pedagogía que se está haciendo al respecto, ya que la divulgación de imágenes íntimas es un tema muy actual y recurrente con las nuevas tecnologías, pero sin duda queda mucho camino por recorrer.
Detrás de estas opiniones sociales se esconde el sistema patriarcal en el que vivimos, así como el mandato machista y la violencia estructural. Se sigue ubicando a las mujeres en una posición de inferioridad, y por lo tanto prevalece en el imaginario colectivo que con nosotras hay cosas que, SÍ se aceptan, como que te besen sin consentimiento, y además se relativiza el impacto que tienen estas violencias hacia nuestros cuerpos, nuestra forma de relacionarnos, nuestra autopercepción, y nuestro día a día. Para que podamos vivir tranquilas y en una sociedad justa e igualitaria no depende solo de nosotras, es necesario que toda la sociedad se sienta implicada y que sean conscientes que se nos trata des de la percepción que somos inferiores a los hombres. Hay que hablar con propiedad, y los actos sin consentimiento son actos de violencia, y la ley está para marcar estos límites, y por lo tanto cualquier acto que los sobrepase tiene que ser punible a nivel legislativo.
Des de SiempreVivas queremos lanzar el mensaje que es imprescindible reforzar las políticas feministas en todos los ámbitos, especialmente dentro de los centros escolares y en el ámbito judicial y laboral. La mayoría de las leyes marcan la normativa una vez ya se ha realizado cualquier tipo de agresión o abuso, y es necesario el apoyo al ámbito social para trabajar desde la prevención, y generar más leyes que se anticipen al acto de violencia en sí. Por ello, es importante que generemos recursos y políticas para modificar estos constructos y percepciones machistas que han sido aceptados socialmente, es necesario seguir formando a los profesionales que nos atienden en todas las dimensiones posibles, des de personal sanitario hasta el personal escolar, así como cuerpos de seguridad y personal del ámbito jurídico, para no repetir estos mandatos patriarcales. Pero hay que ir mucho más allá de la administración y el funcionariado para que la sociedad integre los hechos que se aportan des de los feminismos y para que el imaginario colectivo deje atrás ciertos prejuicios y ciertas afirmaciones que nunca se han demostrado –como que la mayor parte de agresiones se realizan en espacios de ocio, o como que la mayoría de las agresiones sexuales son a causa de trastornos mentales–. Para ello, también son necesarios recursos en ámbitos sociales, des de agrupaciones nacionales hasta la entidad más local y vecinal. Hay que fomentar los espacios donde la misma sociedad genera comunidad, apoyo y encuentro, ya que es dónde surge el diálogo, la escucha y el debate. Es un gran trabajo de prevención que hay que valorar como es debido.
Si quieres leer más sobre los resultados de esta encuesta puedes pinchar aquí.