De todas las expresiones que tiene el machismo, la que más nos preocupa es la violencia contra las mujeres. Últimamente, ciertas organizaciones políticas piden eliminar el término “violencia machista” y utilizar el término “violencia intrafamiliar” en su lugar, pero lo que parece un simple problema de terminología, va mucho más allá. Por eso, en este artículo vamos a ver y reflexionar sobre las diferencias entre ambos términos.
La violencia intrafamiliar es cualquier violencia que ocurre dentro del ámbito familiar, y puede ser ejercida entre parejas, entre padres e hijos, entre hermanos u otros miembros de la familia que convivan bajo el mismo techo.
Sin embargo, la violencia machista se refiere únicamente a la violencia ejercida contra las mujeres, por el simple hecho de ser mujer. Esta violencia se basa en la desigualdad de poder y la opresión sistemática hacia las mujeres en una sociedad patriarcal.
Observamos como utilizar el término violencia intrafamiliar puede ser engañoso y diluir la verdadera naturaleza del problema, ya que no todas las formas de violencia dentro del ámbito familiar tienen raíces patriarcales, ni todas las violencias machistas ocurren solamente en relaciones familiares, sino en cualquier relación (social, jurídica, administrativa, laboral, etc.), puesto que es una violencia que se ejerce hacia la mujer por el simple hecho de ser mujer, tal como hemos mencionado anteriormente. Por lo tanto, si solo hablamos de las violencias machistas que ocurren dentro de la familia, invisibilizamos una gran parte de la problemática.
Es fundamental hablar de violencia machista porque esto pone el foco en las relaciones de poder desiguales y las estructuras de dominación que perpetúan la opresión de las mujeres. Al hacerlo, reconocemos la existencia de un sistema de creencias arraigado en la sociedad que justifica y normaliza la violencia contra las mujeres.
La necesidad de hablar de violencia machista y no utilizar el término violencia intrafamiliar radica en la importancia de abordar el problema desde una perspectiva feminista y crítica. Al hacerlo, reconocemos las estructuras patriarcales y la opresión de género que subyacen en la violencia contra las mujeres. Por lo tanto, al hablar de violencia machista nos comprometemos a abordar las causas profundas y estructurales de la violencia contra las mujeres.
Este enfoque nos permite reconocer que la solución no radica solo en intervenciones individuales, sino en la transformación de las estructuras de poder desiguales y la desarticulación del patriarcado. Además, al utilizar un lenguaje feminista y crítico, nos movilizamos hacia una respuesta más efectiva que cuestione las normas culturales y sociales que perpetúan la violencia machista.
En definitiva, la necesidad de hablar de violencia machista en lugar de violencia intrafamiliar radica en desafiar la invisibilización de la opresión de género y responsabilizar al sistema patriarcal. Al utilizar un lenguaje preciso y crítico, podemos reconocer la violencia como una manifestación de las estructuras de poder desiguales entre hombres y mujeres. Es fundamental unirnos en la lucha feminista para transformar las normas culturales, desmontar el patriarcado y construir una sociedad libre de violencia y equitativa para todas las personas, sin importar su género.
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