El 8 de agosto se celebra el Día del Orgasmo Femenino, una fecha que busca reivindicar el derecho de las mujeres al placer sexual, un derecho que a lo largo de la historia ha sido censurado y castigado por un sistema cisheteropatriarcal que ha perpetuado la estigmatización del deseo y la sexualidad femenina.
El Día del Orgasmo Femenino tiene su origen en Esperantina, Brasil en 2006, cuando un concejal, José Arimatéa Dantas Lacerda, decidió promover la fecha para visibilizar la disparidad en el placer. Estudios realizados por la Universidad Federal de Piauí, de aquel año, detectaron que un 28% de las mujeres tenían problemas para llegar al orgasmo. En 2017 se realizó de nuevo en la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (USP) donde se observó que un 50% de las mujeres brasileñas no alcanzaban el orgasmo en las relaciones sexuales.
Ya con los resultados de 2006 al concejal le llevó a reconocer el orgasmo femenino como una cuestión de salud pública.
Históricamente, el placer femenino ha sido objeto de censura y castigo. Durante siglos, las mujeres fueron consideradas como seres cuyo valor residía únicamente en su capacidad reproductiva y en su rol como cuidadoras. La idea de que las mujeres pudieran experimentar y disfrutar de su propia sexualidad fue relegada a un tabú, algo inmoral, incluso perverso, que debía ser reprimido. En muchas culturas, se han implementado prácticas brutales para erradicar cualquier posibilidad de placer sexual, a partir de una ideología patriarcal que considera el cuerpo y la sexualidad femenina como propiedades a ser controladas.
El sistema cisheteropatriarcal ha jugado un papel crucial en esta represión. El placer de las mujeres ha sido visto a través de la subordinación al deseo masculino, donde no solo es secundario, sino que muchas veces inexistente o irrelevante. La estigmatización del deseo femenino ha llevado a que muchas mujeres se sientan avergonzadas por sus propios cuerpos y deseos, interiorizando la creencia de que su sexualidad es algo que debe ocultarse y reprimirse.
Un ejemplo de esta represión es la práctica de fingir orgasmos, ya que es una práctica que la gran mayoría de veces la realizan las mujeres (y no los hombres). Algunas mujeres relatan que fingen orgasmos para evitar el conflicto, para no herir el ego de sus parejas masculinas o por una necesidad inculcada de complacer al hombre a costa de su propio disfrute. Fingir orgasmos es una manifestación de culpa y de una autoanulación que refleja cómo el sistema patriarcal ha condicionado a las mujeres a priorizar las necesidades y deseos de los hombres sobre los propios.
Este día es, por tanto, una oportunidad para cuestionar y desafiar estas ideas inculcadas, reclamar y celebrar el placer femenino, a reconocer que las mujeres tienen derecho a disfrutar de sus cuerpos y de su sexualidad sin culpa ni vergüenza. Es una invitación a educar y concienciar sobre la importancia de una sexualidad libre y consensuada, donde el placer de todas las partes involucradas sea igualmente valorado, priorizado y respetado.
Desde siemprevivas queremos reivindicar el hablar abiertamente sobre el placer femenino, eduquemos sobre la sexualidad de manera inclusiva y reivindiquemos nuestro derecho a disfrutar. Porque el placer no debería ser un privilegio por el que luchar.