Durante el 2023 las denuncias por violencia de género han seguido aumentando. Se han registrado 18.358 denuncias, 1.173 más que en el año 2022.
En Cataluña, se cuenta con algunos recursos para ofrecer atención e información a las víctimas de violencia machista. Aunque la mayoría están centralizados en grandes municipios, tienen horarios reducidos y pocos profesionales para la cantidad de casos que atienden. Algunas de las víctimas que viven en poblaciones alejadas del área metropolitana de Barcelona deben trasladarse a otros municipios, más alejados de su domicilio habitual, en horarios reducidos o limitantes, si quieren una atención presencial.
Hay que tener en cuenta, que solo el simple hecho de tener que desplazarse y dedicar unas horas para pedir soporte, dificulta el acceso y/o no lo pueda llevar a cabo por diferentes motivos, entre ellos el poder hacerlo a espaldas del agresor, o no tener personas próximas que puedan estar a cargo de sus criaturas y no se lo puedan compaginar. Esto provoca que una gran parte de las mujeres que están viviendo una situación de violencia no puedan llegar a recibir el apoyo que deberían, y esto es violencia institucional.
Es cierto que los servicios de atención a las víctimas usan herramientas para evaluar el grado de riesgo que están recibiendo, estimando varios aspectos, entre ellos, por ejemplo, si el agresor tiene a su alcance armas de fuego, o si ha violado medidas judiciales. Que estas herramientas evalúen el riesgo que tiene la víctima frente a su agresor es importante, pero hace falta tener en cuenta el resto de los factores que atraviesan a las víctimas de violencias machistas, especialmente las condiciones de vida de las mujeres, su entorno social, económico, las discriminaciones que puede sufrir, o todas las violencias vividas. Es igualmente necesario reconocer y buscar soluciones para las dificultades de acceso al circuito de atención a las violencias, que es el básico para que estar mujeres puedan recibir apoyo en esta situación.
Si no le damos suficiente importancia al contexto vital, estaremos, en primer lugar, atendiendo a las víctimas en función de cómo es el agresor y no de todos los factores de riesgo que están interactuando o impactando en la vida de las mujeres. Por otro lado, estaremos clasificando las violencias sufridas, cuando deberíamos tener recursos suficientes para atenderlas a todas las mujeres.
La importancia de poder atender bien a las víctimas depende de la mirada que aplicamos las profesionales, para ello es necesario poner nuestra mirada más en la víctima y no tanto en el agresor.
Atender a las mujeres víctimas de violencias machistas implica escuchar sus relatos, sus prioridades y sus estrategias de supervivencia.