Patricia Caro, activista gitana por los derechos de las mujeres nos habla de la Violencia de Genero que sufren las mujeres gitanas. Hace referencia a un modelo de Violencia de Genero, ecológico y conexionista que se divide en dos aspectos: uno estructural y otro cultural, ambos dando lugar a una violencia directa. Cuando habla de un modelo ecológico hace referencia a las relaciones de poder dentro y fuera de su comunidad hacia el papel de la mujer. No podríamos reducir la violencia de género en un solo tipo de opresión, sino que haríamos referencia al concepto de interseccionalidad estructural. Es decir, la discriminación que sufren las mujeres gitanas, no únicamente proviene por ser mujeres, sino también por su clase social y etnia gitana.
La activista refleja la invisibilidad de las mujeres gitanas en España, ante la ausencia de éstas en la legislación española, pese a la existencia de herramientas jurídicas, como la Convención Internacional CEDAW, firmada y ratificada por España, que establecen que los estados partes deben adoptar las medidas necesarias para que las mujeres gocen de sus derechos y se elimine la discriminación entre hombres y mujeres. Según Caro y a partir del suspenso de España de la CEDAW, podemos comprobar que no se han adoptado las medidas precisas para erradicar la discriminación de las mujeres gitanas. Algunos de los diferentes ámbitos donde se puede reflejar dicha discriminación son el escolar, el matrimonial y el laboral. Existe un 95% de fracaso escolar de niñas gitanas, una mayor dificultad para acceder a un puesto de trabajo y matrimonios tempranos en un elevado porcentaje.
Denuncia también la discriminación y violencia de género que sufren las mujeres gitanas, normalizada detrás de una serie de arquetipos que dan forma a un inconsciente colectivo hacía las mismas. Como dice Patricia Caro, “el discurso que se da para argumentar la violencia hacia las mujeres es que la responsabilidad la tiene la cultura gitana. Entonces, cuando sucede esto, estamos trasladando la violencia de género al ámbito privado”.
Argumenta que la causa del fracaso escolar de las niñas gitanas es originado en gran medida por los matrimonios prematuros, problema que debería solucionar España mediante programas que faciliten la continuidad de la escolarización, tal y como establece la CEDAW, como también con la erradicación de los estereotipos en este ámbito, donde profesores piensan que las jóvenes gitanas solo tienen interés por casarse y tener hijos y donde el estado culpabiliza a las familias gitanas y a su cultura de dicho fracaso escolar. También reivindica que el estado debe asegurar que las mujeres tengan las mismas oportunidades de empleo y los mismos criterios de selección que pueden tener los hombres, pero España sigue sin establecer ningún tipo de medida, siendo así que las mujeres gitanas continúan teniendo menos oportunidades para acceder a un empleo.
Sin duda, estos son algunos de los factores que influyen en perpetuar las violencias en las mujeres gitanas e invisibilizarlas y de ese modo mantener el impacto que supone en ellas.