El pasado día 27 de julio el caso de Juana Rivas vuelve a ganar espacio en los periódicos con otro capítulo indignante: una condena de cinco años de prisión y seis de pérdida de la patria potestad de sus hijos. Después de la sentencia de la Manada, este otro caso evidencia que el patriarcado atraviesa descaradamente la justicia española.
Al conocer todo la cronología del caso es imposible no indignarse con el hecho de que la sentencia ignora los antecedentes de violencia machista de su marido y de la última denuncia de Juana Rivas, que no fue investigada. Tampoco se tuvo en cuenta, en dicha sentencia, las declaraciones de los niños, el mayor de los cuales afirma que preferiría vivir con su madre.
Por ello y por diversas otras contradicciones jurídicas del fallo, esta sentencia implica la vulneración explícita de los derechos de Juana Rivas y también de los niños, cuyo bienestar ha sido muy poco considerado. Por desgracia, este no es un caso aislado de justicia patriarcal, sino que la violencia judicial contra las mujeres está ampliamente extendida. Como afirma Violeta Assiego, periodista de El Diario: “a magistrados y jueces les suele costar privar de libertad a los hombres que maltratan y agreden a las mujeres, mucho más les cuesta retirarles la patria potestad de las hijas e hijos que han sido testigos directos y/o indirectos de las violencias. En este sentido, prefieren no hacer mucho caso de la Ley de Infancia y Adolescencia […]. Lo que parece estar en juego en el asunto Juana Rivas es preservar, por un lado, un determinado modelo de familia que prima en el imaginario de la Justicia patriarcal. Uno en el que la figura del pater familias es incuestionable, aunque maltrate a la madre de sus propios hijos, en el que la mujer ha de soportar todo hasta que la muerte los separe y los niños no importan porque se adaptan a todo.”
Como bien destaca la politóloga y profesora Cristian Monge, “la sentencia de la condena penal a Juana Rivas es un buen ejemplo de lo que es el patriarcado y de la necesidad de desprendernos de él para poder considerarnos una sociedad democrática con una Justicia digna de tal nombre.” Además de la urgencia en hablar de los efectos del patriarcado en la justicia, es hora de poner en evidencia (nuevamente) la discusión de los efectos de la violencia de género para los hijos e hijas y acabar con el mito de que un maltratador puede ser un buen padre.
Ante la gravedad del caso, desde Siemprevivas damos todo nuestro soporte a Juana Vivas, y nos sumamos a las amplias protestas contra la sentencia del Juez Manuel Piñar y contra la violencia judicial en casos de violencia machista.
Si es patriarcal, no es Justicia.