En los últimos años, desde diferentes movimientos y colectivos se ha comenzado a denunciar la violencia institucional que sufren las madres migrantes y/o racializadas. Nos referimos a violencia institucional como el conjunto de acciones que realizan los servicios públicos que discriminan y vulneran los derechos de los colectivos. Son llevados a cabo a partir de lógicas racistas, clasistas y patriarcales que criminalizan la pobreza, la migración y otras formas de ser madre que no encajan en el modelo tradicional.

Este tipo de violencia institucional señala como “mala madre” a toda aquella que no cumpla ese modelo impuesto y rígido de cómo se supone que debemos maternar, obligándonos a tener maternidades normativas que cumplan con los ideales de “buena madre” como la única opción válida y legítima.

A estas madres inmigrantes y/o racializadas se las cuestiona constantemente, llegando a poner en duda su capacidad para criar y cuidar a criaturas simplemente por no seguir ese ideal impuesto. Esta desconfianza puede traducirse en persecución legal o hipervigilancia por parte de los servicios públicos e incluso la retirada de la custodia de sus criaturas. Habitualmente estas prácticas se llevan a cabo bajo la “justificación” de sus situaciones administrativas irregulares.

Frente a esta realidad, colectivos como Madrecitas surgen como espacios de resistencia y organización comunitaria. Este colectivo es una asociación de madres y mujeres migrantes que busca visibilizar y combatir las injusticias que sufren por parte de los servicios, especialmente en lo que respecta a la retirada de custodia de sus criaturas. Concretamente señalan a los servicios de Dirección General de Prevención y Protección de la Infancia y Adolescencia (DGPPIA) –hasta hace pocos días DGAIA- de dichas prácticas injustas. El colectivo, además de alzar la voz desde los espacios activistas, exigen canales accesibles y seguros para denunciar estos abusos e intervenciones injustas.

Estas intervenciones, además de tener un componente racista y colonial, en muchas ocasiones tampoco se hacen responsables del daño que causan. No ofrecen un acompañamiento efectivo ni un plan para que, de cara al futuro, estas madres puedan recuperar la custodia. De esta manera, lo que podría ser una medida temporal, acaba convirtiéndose en una separación definitiva entre la madre y su criatura. No sólo eso, sino que estos procesos de separación suelen verse envueltos en un silencio y falta de información y justificación clara y transparente por parte de los servicios que las realizan.

Este tipo de prácticas ponen en riesgo el vínculo entre las madres y sus criaturas, ocasionando consecuencias graves y secuelas irreparables en ambas partes. Las madres viven malestares emocionales, son señaladas socialmente y muchas veces no encuentran espacios donde se las escuche y crea. Por su parte, los menores, al romper bruscamente el vínculo seguro con su madre sufren un impacto psicológico que les puede generar inestabilidad emocional e inseguridad social difícil de reparar.

Desde SiempreVivas consideramos urgente visibilizar esta problemática y solicitamos algunas acciones que consideramos necesarias:

  • Promover estudios e investigaciones que nos permitan trabajar en la violencia institucional, a través de un enfoque interseccional, feminista y decolonial.
  • Fortalecer el enfoque de género e intercultural en las políticas públicas para romper con las relaciones de poder que sostienen estas prácticas discriminatorias.
  • Evaluar y modificar requisitos y vías de acceso a los servicios sociales para que no sean excluyentes.
  • Ofrecer formación obligatoria y continua en perspectiva interseccional, antirracista y de género para las profesionales del ámbito.
  • Garantizar la participación de mujeres inmigrantes afectadas por las violencias mencionadas, en los procesos de evaluación y diseño de políticas públicas, así como en campañas de prevención y sensibilización.

Asimismo, es hora de que las instituciones reflexionemos e incorporemos un enfoque interseccional que cuestione los valores actuales de las políticas e intervenciones llevadas a cabo. Muchas de las intervenciones están marcadas por una visión eurocéntrica y colonial de lo que significa ser madre. Por ello, exigimos una mirada crítica ante dichas prácticas e intervenciones toleradas y normalizadas en este sistema que las permite.

Desde Siempre Vivas queremos apoyar a los colectivos como Madrecitas [@madrecitasbcn] que trabajan por reivindicar la necesidad de políticas públicas que pongan en el centro a las personas, sin vulnerar sus derechos, sin miedo, sin discriminación y con dignidad.