La violencia vicaria forma parte de las violencias machistas que sufrimos las mujeres. Es una violencia instrumental que consiste en utilizar a los hijos e hijas para hacer daño a la madre de esas niñas y niños. Por medio de esta la violencia vicaria se deshumanizan a las menores, se les despoja de la categoría de personas o individuos y se les impone la categoría de objeto, de instrumento, más bien de un arma, con la que dañar a la madre en una violencia que causa un dolor extremo.
El agresor utiliza esta violencia como instrumento para hacer daño, sabe que el dolor que va a causar en la madre es mucho mayor que si la dañara a ella directamente y busca como último fin hacerle sentir la culpa de no haber protegido suficientemente a sus hijos e hijas. Así, el objetivo principal del agresor, es hacer daño a la madre, el daño más extremo que pueda ejercer hacia una madre.
En el 2022, se publicó un estudio llamado “Violencia vicaria: un golpe irreversible contra las madres”, el primer estudio sobre este tipo de violencia en España.
Este estudio destaca que en el 82% de los casos, el agresor era el padre biológico de las víctimas; y que en un 60% de los casos existían amenazas previas. De los casos en los que se alertó a las autoridades, un 70% de ellos no se estableció ninguna medida de protección, el resto se estableció medidas únicamente para la madre, pero sin estar vigentes en el momento de los hechos. En ninguno de los casos se habían establecido medidas de protección para las y los menores.
El estudio también muestra los datos recogidos desde 2013 hasta la actualidad, de las víctimas mortales de esta violencia tan extrema, suman ya 47 niños y niñas asesinadas. Por ello, urge dar respuestas precisas y contundentes a todos los tipos de violencia machista, ya que son las vidas de las mujeres y de sus hijas las que están en peligro.
Estas violencias pueden prevenirse haciendo efectiva una protección para estos niños y niñas para que no se les pueda tratar como un objeto para continuar dañando a la mujer, no utilizando el síndrome de alienación parental como defensa de los maltratadores y en contra de las madres (SAP), y reconociendo que los privilegios de los maltratadores en la sociedad patriarcal y machista, atentan contra las madres y sus hijos e hijas.