El pasado 13 de noviembre se publicó el Barómetro 2017 de ProyectoScopio, elaborado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud. En él se refleja que el 27,4% de los jóvenes españoles ven la violencia de género como una conducta NORMAL en la pareja. Este dato nos ha hecho reflexionar sobre cuál es la visión que tienen las y los jóvenes respecto a la violencia machista y si somos conscientes de que los menores también pueden incurrir en un delito de violencia contra la mujer.
La Ley Orgánica 1/2004 de Medidas de Protección Integral con la Violencia de Género en su artículo 1, establece que el objeto de la misma es “actuar contra la violencia que se ejerce contra las mujeres por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin convivencia. En base a esta ley y a la Circular 6/2011 de la Fiscalía General del Estado, en la que se concluye que “la minoría de edad de las partes o de la víctima no excluye la existencia de una relación de análoga afectividad a la del matrimonio”, sabemos que los menores de edad pueden tanto cometer como ser víctimas de un delito de violencia machista.
En nuestro sistema, a los mayores de 14 años y menores de 18 se les puede exigir responsabilidad por la comisión de delitos o faltas que se recogen en el Código Penal o las leyes especiales, tal y como se incluye en la Ley Orgánica 5/2000, reguladora de la responsabilidad penal de los menores. Esto quiere decir que la Ley de Violencia de Género se hace extensible a los menores que ejercen violencia sobre sus parejas, pudiendo ser condenados por ello, siempre con el ánimo de reinsertarles y reeducarles, con la posterior evaluación de su evolución. Cuando un chico controla cómo se viste su novia, con quién sale, le insulta e, incluso, le agrede, estamos ante diferentes tipos de violencia que pueden ser denunciados.
En el caso de las víctimas, tal y como se establece para las mujeres mayores de edad, el procedimiento se iniciará con la denuncia, pudiendo presentarla sola o acompañada por sus padres, tutores o representante legal. Aconsejamos que se interponga denuncia asistiendo tanto la menor como sus padres o tutores, en calidad de representantes legales ya que así evitamos posibles problemas probatorios. En cuanto a la Orden de protección, ante un delito de violencia machista que haya sido cometido por un menor, se pueden pedir y obtener las mismas medidas cautelares penales que en el procedimiento de adultos, tales como la orden de alejamiento. Sin embargo, cuando hablamos de medidas civiles, debemos acudir a otro órgano jurisdiccional para obtenerlas ya que la Ley de Protección del Menor las excluye de la competencia del Juez de Menores.

La idea principal que queremos compartir en este post es que menores y jóvenes, en general, ven la violencia machista como un problema social muy grave pero ajeno a sus edades. Además, los jóvenes pueden ser más susceptibles a reproducir las violencias normalizadas por la sociedad, siguiendo una lógica de educación esencialmente patriarcal y machista, aunque con cierta consciencia de la existencia de las violencias en general. Es necesario hablar de este tema de forma efectiva, y es un trabajo complejo que va más allá de la simple explicación de en qué consiste la violencia machista. Se deben introducir conceptos de educación sexual, educación emocional, consciencia del cuerpo y establecer redes de apoyo y referencias adultas para que ellos puedan sentirse confortables en hablar sobre el tema.

No obstante la existencia de un marco legal para estas situaciones, muchas de las chicas jóvenes no denuncian por diversos motivos, sea por desconocimiento, inseguridad o, muy probablemente, porque ni siquiera se identifican como víctimas de un tipo de violencia machista. En ese sentido, señalamos la importancia de fortalecer redes de apoyo a jóvenes que sufren o sufrieron violencia machista, realizar estudios específicos sobre la percepción del tema en la juventud, que incorporen situaciones reales e identifiquen medidas de prevención y atención, así como crear servicios especializados que proporcionen espacio de seguridad, privacidad y confort, tornando el diálogo más accesible.

Si queremos acabar con la violencia ejercida contra las mujeres, debemos reforzar la educación, fomentar la igualdad y promover los canales de difusión y sensibilización, porque la violencia es un problema de todos.